El Blog de Nela

El duelo: ¿por qué sucede?

El duelo: ¿por qué sucede? | Nela Plaza

El duelo es algo que la gran mayoría de las personas a lo largo de nuestras vida vamos a sufrir. Aunque hay diferentes tipos de duelo, nosotros nos vamos a centrar en el duelo por la muerte de un ser querido, persona o animal, aunque también es posible que el duelo se produzca cuando una relación de pareja se rompe, o en otras situaciones…

La pérdida de una persona o animal, al que nos sentimos apegados, puede llevarnos a sentir su pérdida y según la forma en la que nos enfrentamos a dicha pérdida, el duelo será más o menos duro.

Cuando una persona o un animal está enfermo, y somos conscientes de ello, de que su vida se acaba, algo cambia dentro de nosotros, y se inicia el temido pero inevitable momento en el que nos damos cuenta que estamos a punto de vivir una importante experiencia en nuestra vida, y que más tarde o más temprano vamos a vivir el proceso del duelo, van a surgir muchas emociones diferentes, un cúmulo de emociones desbocadas, que a veces no vamos a poder controlar, y que nos van a despistar en algunos momentos ya que podremos estar contentos, llorando, volver otra vez a reírnos, etc.

Durante el proceso del duelo en principio podemos pasar por diversas fases, en un inicio podremos pasar por la fase en la que no nos creemos lo que ha pasado, sobre todo si la pérdida ha sido una pérdida repentina, nos parecerá mentira que ya no podamos estar con ese ser querido, que ya no podamos hablar con él, ni abrazarlo, etc.

También podremos estar enfadados, enfadados con el mundo, incluso con el ser que se ha marchado, culpar a otra persona, etc.

Es posible que también queramos pensar que no hemos perdido al ser querido, o que el tratamiento al que va a someterse le va a ir bien, aunque realmente nos hayan informado que no hay cura posible.

Llegará la fase también en la que estemos tristes, tristes por la pérdida, por las circunstancias vividas, pero que es una fase muy importante, ya que estar tristes, tener ese sentimiento de pena, nos va a permitir seguir avanzando, seguir vivienda nuestra vida,  y en cierta forma “curarnos” de la herida que esa pérdida nos ha hecho.

Finalmente, llegará el momento en el que nos demos cuenta que hemos aceptado la pérdida, que hay aceptar que la muerte forma parte de la vida, y de que nuestra vida debe seguir. No hay que olvidar al ser que hemos perdido, si no vivir recordándolo, pero seguir viviendo nuestra vida, recordar es bonito, no hay que olvidar al ser querido, si no que hay que recordar los buenos momentos vividos y disfrutar de ese recuerdo, dar las gracias por poder haberlo disfrutado y aceptar las emociones que esos recuerdos nos provoquen sin juzgarnos, ni pretender cambiarlos. Nosotros somos quienes nos exigimos más a nosotros mismos, y lo que tenemos que hacer en cambio es aceptar nuestras emociones, darles cariño y no intentar evitarlas ni esconderlas, ya que si intentamos esconderlas, entonces lo que hacemos es alimentarlas y por tanto se acaban convirtiendo en las más grandes, e incluso insostenibles.

Cada persona vive la pérdida de una forma distinta, por lo que no hay que juzgar la forma en que cada persona lo gestiona, cada uno lo hace lo mejor que puede, y por ello es necesario que para curar esa herida que sentimos dentro de nosotros pasemos por diferentes estadios, que aunque no nos gusten, ya que nos hacen tal vez sentir vulnerables, son necesarios para curar esa herida tan dolorosa.

Cada persona según sus circunstancias tanto emocionales, como personales pueden afrontar la pérdida de diferente forma, de hecho hay culturas que conviven con la muerte, y en cambio hay otras culturas que intentan apartar la muerte por temor a ella y que por tanto no preparan a las personas para que cuando llegue ese momento lo puedan vivir de la mejor manera posible, entender todo lo que les está pasando como algo normal y pasajero, y aceptar de la mejor forma sus emociones.

El respeto a nosotros mismos, el respeto a nuestras emociones, entender la muerte, y todo lo que ello conlleva, es lo que deberían de enseñarnos a todos para poder afrontar este trance de la mejor forma posible, tanto para nosotros, como para poder ayudar en el acompañamiento al ser que se marcha, y al resto de personas.

Cuando una persona no acepta la pérdida, no cura esa herida por sí sola es necesario que pida ayuda tanto a su entorno, como que acuda a un especialista, para que la guíe en este proceso doloroso y pueda, por tanto,  continuar con su vida.

Compártelo

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Esta web utiliza cookies para su funcionamiento. Al aceptarlas, consientes el uso de esta tecnología y el procesamiento de tus datos para este propósito.    Configurar y más información
Privacidad