Este, es un momento muy duro, complicado, incluso puede ser un momento, una situación, que tal vez ni te lo esperabas escuchar, es decir, repentina, pero hay que entender que al final la muerte forma parte de la vida, y muchas veces las personas huimos de ese dolor, porque es una de las formas que tenemos de escapar de ese dolor que pensamos que vamos a sufrir en algún momento, cuando estemos ante esa situación.
Ante una noticia así, es complicado saber realmente cómo vamos a reaccionar, ya que cada persona puede reaccionar de una manera diferente, y todas esas formas son correctas, ya que lo importante es no juzgarnos por nuestra reacción, y hacer simplemente lo que sentimos.
Una vez que ya ha pasado cierto tiempo desde que nos han informado de la enfermedad de nuestra persona querida, entonces sí que es importante hacer una cosa, y es que tenemos que ponernos en la posición de la persona que está enferma, ya que en ese momento lo que importa es esa persona enferma, y no nosotr@s, por tanto, es necesario pensar en ella y en cómo podemos ayudarla.
Una de las formas en que podemos ofrecer esa ayuda a esa persona, es a través de un acompañamiento, un acompañamiento desde el amor, en su proceso de la muerte. El acompañamiento en el proceso de la muerte es un momento importantísimo para las personas, tanto para la persona a la que acompañamos en ese viaje, como para nosotr@s, el acompañante.
Es frecuente que en una situación complicada como es ésta, muchas veces nos centremos en nosotr@s, en cómo van a suceder los acontecimientos, en cómo vamos a quedarnos después de que se produzca la muerte, en cómo vamos a superarlo, etc, pero en ese momento lo importante es la persona enferma, y desde mi propia experiencia, lo interesante sería poder pararnos un momento, meditar sobre la situación ante la que nos vamos a enfrentar, y darnos cuenta que la muerte forma parte de la vida, y que como tal, lo mejor es afrontarla, y entender que todos vamos a morir, y que por tanto hay que vivir el día día, y dejar ya de pensar en el pasado, o en el futuro, hay que intentar únicamente vivir el presente, y si el presente que nos está tocando vivir, es que tenemos a un ser querido afectado por una enfermedad incurable, pues tenemos que afrontarlo, pero afrontarlo desde nuestras posibilidades, con amor, y simplemente pensar en la persona enferma, ya que en ese momento el/la enferm@, normalmente lo que necesita es alguien que la acompañe en este proceso, que esté a su lado, que le de amor, que le coja la mano cuando lo necesite, es decir acompañarla simplemente.
En cambio, muy a menudo lo que sucede es que la persona enferma es quien demuestra mayor fortaleza ante esta nueva situación, y que, aunque internamente tenga miedo, pena, dolor, etc, se hace la fuerte por las personas amadas que están a su alrededor, para que no sufran tanto, aunque seguramente lo que más necesita es que quien esté a su lado le aporte amor, tranquilidad, comprensión, paz, etc.
Soy consciente de que esos momentos, son muy muy duros, muy complicados, pero si afrontamos la situación desde el amor, desde nuestro corazón, y no tanto desde nuestra mente, puede ser una gran oportunidad para demostrar a esa persona, si es que no lo has hecho antes, todo ese amor que sientes por ella. Es un momento que podemos aprovechar para dejar fluir todos nuestros sentimientos de amor hacia ella, incluso aquellos que teníamos más escondidos, y que por tanto este acompañamiento se convierta en un camino de amor, en un camino bello, un camino de compasión.
En definitiva, la persona enferma también necesita ser tratada con normalidad, pero también ser tratada con ese amor, con una gran comprensión porque para ella son momentos muy difíciles.
También hay que hacerle entender a esa persona que nosotr@s estamos ahí para lo que necesite, que es normal hablar sobre la muerte, ya que la muerte tiene que dejar de ser un tema tabú en nuestra cultura, y ya es hora de normalizarla, que podemos hablar de sus posibles miedos, de si hay algo que le gustaría hacer antes de que se produzca, de si hay alguna cosa que quiera que se haga después de su muerte, etc, y cuanto más se hable de ella, más “normalizaremos” si es posible, aunque con un dolor inmenso, la muerte.
Creo que nuestra cultura no nos acerca a la muerte, sino todo lo contrario, es como que intentamos apartarla, es algo que nos duele, que no nos gusta, y por tanto cuanto más lejos de nuestra vida diaria mucho mejor, por lo que la apartamos en lugar de normalizarla. En cambio, lo que debería ser lo más normal es incorporarla a nuestras vidas, y normalizarla, es decir considerar la muerte como algo que está ahí, que forma parte de nuestras vidas, y que no podemos taparla, esconderla, ni alejarla, ya que en algún momento u otro aparecerá, y cuanto más preparados estemos, más hayamos normalizado la muerte en nuestras vidas, estaremos más preparados para hacer frente a este último viaje, y por tanto, hacer que ese último viaje, sea lo mejor posible.
Las personas solemos huir de lo que nos duele en general, de lo que nos causa sufrimiento, pero en este caso, si incorporamos la muerte, la normalizamos, cuando llegue ese momento, tanto el de una persona amada, como el nuestro propio, estaremos mucho más preparad@s para afrontarla y para poder sobrellevarla, y superarla.
Tal vez una buena manera sería la de incorporar con normalidad la muerte en nuestra formación académica. Por ejemplo yo no recuerdo que me hayan hablado sobre la muerte como algo natural, en ningún momento durante mis años en los que estuve estudiando, y tal vez podría ser una buena opción que hubiera, en algún momento de nuestra vida como estudiantes, un profesional que sea capaz de hablarnos sobre la muerte, para así intentar normalizarla, y que nos prepare por tanto, para ella, es decir nos prepare, aunque sea mínimamente, a enfrentamos ante esta situación, explicándonos todas las emociones que pueden surgir en ese momento, que resuelva las dudas que todos tenemos, que nos expliquen que todas las emociones que podamos sentir en un momento así son normales, que no tenemos que castigarnos por tenerlas, y que, por tanto, nos ayuden a comprender nuestros sentimientos.
Es decir obtener ayuda de profesionales, antes de encontrarnos en una situación que desconocemos, y que nos angustia, y por tanto que nos ayuden a entender que el duelo es normal y absolutamente necesario, pero que también nos enseñen que más allá de la muerte de nuestro ser querido, continúa una vida, que es la nuestra, y que por tanto, lo que hay que hacer es acompañar a esa persona en ese viaje, facilitarle su marcha, y que una vez que esa persona ya no esté con nosotr@s, que hay que seguir cuidándonos a nosotr@s mism@s, ya que la vida está en continuo cambio, porque la vida está viva.
Por tanto, cuanto antes entendamos que durante nuestra vida vamos a sufrir cambios, situaciones difíciles, antes entenderemos que hay que disfrutar de todos los momentos que nos ofrece la vida, de todos esos pequeños momentos que nos pasan delante de nosotr@s y que la gran mayoría de veces no los valoramos.
También hay que ser comprensivos con nuestras emociones, no ser tan duros con nosotr@s mism@s, y focalizarnos en ese acompañamiento a la persona en esos duros momentos, envolver a esa persona de todo nuestro amor, y que esa persona sepa en todo momento que estamos allí compartiendo todas sus vivencias, y muchas veces no es necesario ni hablar, simplemente estar allí, pero no compadeciéndose, sino vivir los momentos tal y como son.
Si visualizamos esa situación dolorosa, y le ponemos mucho, mucho amor, cuando llegue ese momento de acompañamiento final, seremos capaces de que nuestro amor inunde ese lugar, y de que a la vez llene de paz a la persona que se marcha, pero también nos llene a nosotros de paz, ya que muchas veces no somos capaces de decir un simple TE QUIERO, también es importante que le preguntemos a la persona que va a morir si hay alguna cosa que quiera hacer antes de que llegue el momento, o si hay alguna cosa que quiera que se haga cuando ya haya fallecido.
Una enfermedad larga, nos permite poder expresar a esa persona todo lo que no le hemos dicho tal vez por vergüenza, porque no seamos capaces de superar ciertos bloqueos, o porque pensemos que la otra persona no quiero escucharlo, etc. Pero ante la muerte es necesario que nos armemos de valor y le digamos a esa persona todo lo que sentimos por ella, y si es posible más de una vez. Seguramente las primeras veces no nos resultará nada fácill, pero después si somos capaces de decírselo cada día, o siempre que la veamos, ese simple gesto nos puede ayudar a que nos llenemos de muchísima paz, y seguro que, ante la muerte, aunque sintamos pena, también sentiremos paz interior, porque al final nos vamos a quedar con el amor que hemos podido demostrarle a esa, y que hemos ayudado a que esa persona viva sus últimos momentos también con mucho amor y con una gran paz.